Columnistas ¿El mal olor no mata a nadie?
Hay frases que marcan y a sus autores se les recuerda más por lo que dijeron que por sus obras, frases conocidas como : “Sueldo reguleque”, “ el copago vale callampa”, “la violación puede ser a causa de un traguito demás” o “un raspadito de olla. En nuestra provincia tenemos el caso de un ex alcalde de Freirina quién consciente o inconsciente lanzo una frase para el bronce: “El Mal Olor no Mata a Nadie”.
Cuando una autoridad o ex autoridad emite declaraciones sin fundamentos cae en el descredito y es vulnerable a las presiones a favor o en contra, en este caso con esa frase quiso favorecer el regreso de Agrosuper a Freirina y le hizo un flaco favor porque su expresión es fácilmente rebatible: EL MAL OLOR PUEDE LLEGAR A MATAR.
El mal olor es un agente contaminante, provoca molestias respiratorias, actúa sobre el sistema nervioso central, puede causar dolores de cabeza, nauseas, perturbaciones del sueño, perdida de apetito y estrés.
El mal olor puede provocar un aumento de la tensión arterial que a la larga puede desencadenar el desarrollo de hipertensión crónica. En los planteles de cría de cerdos se desprenden gases tóxicos como amoniaco, sulfuro de hidrógeno, metano y otros compuestos orgánicos volátiles.
En su forma más extrema en la salud de las personas puede provocar hasta la muerte por emanaciones de sulfuro de hidrógeno, este es un gas proveniente de granjas porcinas y va minando lenta pero inexorablemente la salud de las personas que son afectadas por este gas que es inhalado, pasa al sistema sanguíneo, allí lo agarra la hemoglobina y lo pasea por nuestras venas y arterias, afectando al sistema nervioso central, hígado, páncreas y es una de las causas del Síndrome de Fatiga Crónica.
Los problemas de olor provenientes de la cría de cerdos y sus implicancias en la salud de las personas se puede comprobar por estudios llevados por científicos de la universidad de Carolina del Norte de Estados Unidos y publicados por “Environmental Health Perpective (EHP).
El mal olor al final es un agente contaminante igual como otra emisiones por ejemplo las termoeléctricas que se imponen sin medir las consecuencias en la salud de las personas creando las llamadas “zonas de sacrificio” donde los habitantes deben aceptar las consecuencias de esa contaminación a cambio de unos pocos puestos de trabajo y para ello necesitan el apoyo de autoridades que operan políticamente dejando de lado la parte técnica , es decir “pan para hoy, hambre para mañana”.
Omar Tunes
Columnista