Historias de sobrevivencia y vida en Alto del Carmen
Don Washington Ardiles Campillay y su esposa, Rebeca Alfaro Ríos estaban listos para sentarse a tomar once, el martes pasado. Estaban colocando las tazas del té, cuando escucharon un fuerte estruendo. Afuera llovía. Llovía harto.
El ruido era como un rugido. Un bramido. El vecino pensó que era un trueno. Sin embargo, cuando escuchó un río de piedras, y un sonido ensordecedor, abrió la puerta de su casa y vio que una avalancha se le venía encima. Una avalancha de lodo, agua y piedras entró con gran fuerza por su casa y arrasó con todo. Como pudo tomó a sus perros y junto a su señora salieron corriendo del lugar como pudieron. Su señora quedaba atrás, y se vino otra avalancha. Esa arrasó completamente con su casa. La llenó de lado en casi un metro y medio de altura.
La señora Rebeca pensó que terminaba todo. Arrancaron al patio en segundos. El agua y el lodo los seguía por todos lados. “Caímos de rodilla. No podíamos pararnos” recuerda don Washington.
Lograron llegar a una letrina de concreto que estaba al final de su patio. Un baño antiguo que habían construido sus padres, quien le dejo el terreno. Alcanzaron a entrar y se lograron guarnecer. “Fue la noche más larga. Nos abrigamos con diario. Hacía mucho frío y afuera escuchamos como pasaba el agua, las piedras, avalanchas, la lluvia y los truenos. Fue una noche eterna”, comenta tristemente el vecino de Los Tambos, por el valle de El Tránsito.
Pasaron casi 12 horas en el baño. Desde las 20 horas hasta las 07 de la mañana del día siguiente, donde fueron rescatados.
El vecino señala que están bien. Que no necesitan ayuda, que “esa ayuda se la den a quienes más lo necesitan”. Don Washington perdió su casa y sus enseres, pero pide ayuda para otros que están peor que ellos.
Lo salvó un Tuit
Jonathan y su familia se aprestaban a devolverse a su hogar, que está a un costado de la carretera C-489 por el valle de San Félix. Estaban en casa de sus suegros. Afuera llovía copiosamente, por lo que decidieron irse a refugiar a su hogar. Fue en ese momento, en que un río de lodo, agua y la bajada de una quebrada a gran velocidad, los obligó a subirse a uno de los Algarrobos que su suegra nunca quiso cortar.
“Ahora le pedí que ese árbol me lo dejara en la herencia. Queme lo dejara testado”, dice ya un poco más relajado y con una sonrisa, que lo hace olvidar por momentos que estuve a punto de morir.
Junto a su hijo Juan de 6 años, su suegra de 84, permanecieron toda la noche a oscuras, con la lluvia sobre su cuerpo, mojados y sintiendo como “bramaba la quebrada. Parecía león, y cada 20 minutos rugía y bitaba piedras”.
Su pequeño hijo, juega a su lado. Cuenta que el pequeño lloraba asustado. No sabían qué hacer. A su celular le quedaba la última carga de batería. Llamó a su cuñada en Vallenar, le comentó lo que estaban pasando y ésta a través de Twitter se contactó con el comunicador social de Vallenar, Mauricio Guerrero, que a esa hora contaba a través de las redes sociales lo que ocurría en el valle. Guerrero lo llamó y le aseguró que lo ayudaría. De esta manera, y como buen hombre de radio se contactó con radio Bío Bío, y ésta última sacó en directo a las 3 de la mañana a Jonathan para todo Chile quien contó lo que su familia y él estaban atravesando. Inmediatamente se informó a la Onemi quien a la mañana siguiente, mandó el primer helicóptero para rescatarlos.
Hoy el afán de Jonathan está en recuperar lo poco que le quedó de su vivienda. “Sé que costará, pero acá en el valle somos gente de esfuerzo”, dice.
Hoy, el continúa albergado con su familia. Están bien. Pero sabe que le debe su vida a un arbolito y los medios de comunicación.
Fuente: Red Atacama