Pinturas rupestres y muñecas indígenas invitan a conocer el encanto del Valle del Huasco en Atacama
Paula Carvajal y Angélica Caballero son dos emprendedoras, productoras agrícolas familiares de INDAP, que realizan turismo rural en la provincia de Huasco y están trabajando con una asesoría especial dedicada al turismo. Paula enfoca sus esfuerzos en la artesanía y en mostrar al visitante la forma de vida de las familias indígenas, mientras que Angélica nos interna por un sendero de árboles frutales y medicinales que al final del camino conecta con pinturas rupestres que mantienen un pasado más vivo que nunca.
“Mi artesanía la he centrado en la creación de muñecas indígenas, que mucha gente les dice espirituales o medicinales, pero que prefiero no ponerles apellido porque son patrimonio de toda la gente. Están hechas con materiales sólo de la tierra y responden a la necesidad interior que cada persona tiene para elaborarla. El tiempo de confección depende mucho de quien la solicita así es que una muñeca no se repite nunca con otra, lo cual hace de este trabajo algo especial y maravilloso pata el visitante y también para nosotros como familia. También hacemos junto a mi hija fitocosmética y acompañamos como guías a las familias para conocer el entorno de San Félix, conociendo además santuarios de nuestros antepasados”, señala Paula Carvajal.
Paula explica su forma de ver la actividad turística en esta parte del valle: “pertenecemos a este territorio, somos parte de él, y a través del turismo rural queremos compartir con los visitantes las bondades y cómo vivimos diariamente cuidando los alimentos como una forma de convivir con el medioambiente. El cómo nos alimentamos y de dónde vienen los alimentos que nos nutren se ha convertido también en algo que compartimos con la gente y la acogida a las familias visitantes es una actividad económica que forma parte de los ingresos y apoyo a las economías. En tiempos de pandemia estamos tratando que la atención sea muy personalizada porque queremos hacer un turismo responsable tratando no crear condiciones para posibles contagios, logrando que la gente se vaya con una sensación de haberse conectado con la riqueza ancestral del valle”.
En la localidad de Cerro Blanco, Angélica Caballero junto a su madre María Cortés están desarrollando una propuesta basada en un sendero que combina los árboles frutales y medicinales con el pasado Diaguita presente en pinturas indígenas. «Tenemos un turismo dedicado familias donde por un lado las personas pueden recorrer nuestros árboles a cada costado del sendero, eventualmente cosechar las frutas de estación con la familia, y recorrer además pinturas rupestres que tienen más de 3 mil años de antigüedad en las laderas en Cerro Blanco. El entorno -agrega Angélica- forma un espacio de tranquilidad donde la gente siente y se conecta por un momento con el pasado y la vida pasada de nuestros pueblos. Queremos invitar a las personas que puedan sentir esta energía que transmite este lugar y que no es lo mismo ver toda esta belleza natural en una pantalla o computador. Además –agrega- queremos dar un servicio guiado que combine estos dos elementos: agricultura con pasado y presente indígena del valle”.
Tanto Paula como Angélica valoran el trabajo que está haciendo la asesoría especializada de INDAP en el territorio. “El grupo el conjunto es muy importante si uno quiere brindar a la gente una propuesta de valor única. La asesoría que hemos tenido de INDAP nos está enseñando a creer en el grupo… en lo que podemos hacer cada uno en conjunto más allá del atractivo o riqueza de cada emprendimiento y eso se valora mucho”, destaca Paula. Mientras que para Angélica “el trabajo que continuamos desde al año pasado y este año, con los especialistas nos ayudando en ver cómo poder mejorar ciertos aspectos de nuestros servicios y poder mejorar la experiencia turística a quienes nos visitan”.