Tocopilla me Mata, El documental que muestra el alto precio de la industrialización
El caso tocopillano demuestra la tendencia general, en donde las problemáticas territoriales comienzan a tomar cada vez más fuerza, en desmedro de los enfoques clásicos que situaban las luchas en los espacios laborales, por ejemplo. En estos conflictos se entrecruzan temáticas relacionadas con el medio ambiente, el transporte, las condiciones de vida en los barrios, la salud, etc. La complejidad de los conflictos es mucho mayor que dentro de un espacio laboral, o dentro de la toma de un establecimiento educacional. Al mismo tiempo, la extensión de la lucha es mucho más amplia, ya que involucra a toda la comunidad circundante, a través de un proceso de coordinación general.
Al igual que otras zonas, como por ejemplo Coronel en la 8va región, Tocopilla se encuentra con diversos problemas (además de los clásicos que afectan a todo el territorio) derivados de la industrialización desmedida que se ha instalado colindante a los conjuntos habitacionales, provocando una situación insostenible para muchos vecinos que se encuentran cada vez más cerca de la muerte producto del cáncer y otras enfermedades, principalmente respiratorias. Las termoelectricas tienen gran parte de la culpa. Industrias que generan electricidad que ni siquiera es para las personas que habitan el territorio, sino que para la depredación minera.
El caso de Tocopilla nos muestra, entre otras cosas, la irracionalidad del modelo productivo actual. Sistema que privilegia la producción energética por sobre la salud de la comunidad. La energía, nos dicen, es condición necesaria para el progreso, pero ¿no es hora de empezar a preguntaros qué quiere decir esa palabrita tan manoseada, el progreso? Considerando que la mayor parte de la energía producida en Chile es destinada a la producción minera ¿es acaso el progreso la producción incesante de mercancías mineras? E hilando más fino, si es que el dinero del cobre es la solución para la “educación gratuita” ¿estaríamos dispuestos a tener educación gratuita mientras comunidades y territorios son contaminados hasta la muerte para tener la energía necesaria para sacar las valiosas mercancías metálicas que pagaran la educación?
Más allá de la discusión por quién es el propietario de los medios de producción: Empresarios o Estado ¿En qué momento cuestionamos el modelo de producción mismo? ¿es esta una discusión menor considerando que numerosas comunidades están muriendo ahora mismo por ello?
La ironía mayor, quizás, es que las termoeléctricas sean rechazadas en lugares que son patrimonios naturales a través de fuertes campañas “ciudadanas”, sin embargo, poco se dice de aquellas termoelectricas que están instaladas en medio de poblaciones y barrios ¿por qué nadie hace campañas al respecto? ¿De verdad los ciudadanos conscientes sienten más empatia por los pinguinos de la caleta Punta Alcalde, frente a los niños de Tocopilla o Coronel? La ideología ciudadanista pareciera no apreciar las verdaderas contradicciones que produce el capital.
Fuente: Gamba